Concebido en una época convulsa que anunciaba la posterior Guerra Civil Española, el Hipódromo de la Zarzuela tiene su origen en el concurso público convocado en el año 1934 por el Gabinete Técnico de Accesos y Extrarradio de Madrid para la construcción de un nuevo hipódromo que sustituya al ya vetusto situado en el Paseo de la Castellana.
La necesidad de la prolongación del eje Castellana-Recoletos, vertebrador del crecimiento del Madrid de los años 30 según el plan de Zuazo, hace imprescindible la demolición del viejo edificio para edificar en su lugar el conjunto de los Nuevos Ministerios. Se buscó para ello un emplazamiento más alejado e idóneo para una dotación moderna y actual y se elige un terreno de 115 hectáreas situado en el monte de El Pardo, al noroeste de la capital española y bien comunicado por vías principales de acceso con el centro de la capital.
Al concurso se presentan nueve proyectos, resultando ganador el del equipo formado por los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez y el ingeniero Eduardo Torroja.
La propuesta premiada es alabada por su novedad y frescura al tratar un programa de gran complejidad al tiempo que ofrece respuestas funcionales y racionales con un lenguaje a medio camino entre el neorregionalismo y el racionalismo, muy a la moda de entonces. En especial se supo valorar la importante relación entre el espectador y el caballo, que deben estar siempre en contacto visual (para favorecer la apuesta, origen y causa última del espectáculo hípico), pero cuyos recorridos han de ser siempre independientes y no cruzarse en ningún punto, como forma de evitar que el caballo se altere o se vea afectado. El proyecto de concurso, resuelto en estructura metálica, es formalmente muy avanzado y se asienta bien en la topografía de la parcela. Utiliza un lenguaje que mezcla la abstracción moderna con guiños figurativos en un conjunto heterodoxo que también integra vocabulario de las vanguardias del momento.
Las obras se iniciarán pronto: a finales del año 1935 sólo falta por concluir el cierre perimetral de la parcela y las tribunas, ya muy avanzadas. En 1936 el estallido de la Guerra Civil afecta notablemente a las obras, que se ven paralizadas, y son finalmente terminadas por personal militar. La ubicación de algún frente de guerra cercano al hipódromo daña la obra, posteriormente reparada por Eduardo Torroja. El bando ganador desposee de sus títulos a los arquitectos (Martín Domínguez se exilia en Cuba, y trabaja también en Estados Unidos, mientras que Carlos Arniches se queda en España, en un ostracismo interior que le será levantado hacia el final de su vida, viendo su carrera muy afectada). En el año 1941, dos años después de finalizada la guerra en España, tiene lugar la inauguración oficial del Hipódromo.
El conjunto construido se ejecuta en hormigón armado y no en la estructura metálica que aparecía en la propuesta del concurso. Se mantiene, en general, la tipología del proyecto original, pero se ve alterada la muy importante independencia de los recorridos de los espectadores y los caballos. La singularidad de las marquesinas que cubren las tres tribunas hace que sean muy conocidas en el mundo, y constituyen la imagen más reconocible del edificio.
Torroja lleva al límite los cálculos, y su conocimiento del hormigón y de su comportamiento estructural le permite proponer una tribuna audaz y ligera en un compromiso entre prestaciones y seguridad. La asimetría de la sección, que equilibra el peso de marquesina y bóveda con un elemento atirantado que soporta la cubierta de la sala de apuestas y galería superior sin impedir la visión del paddock, dibuja el esqueleto portante de la tribuna, en la que se aprecia la conducción de los esfuerzos a un único pilar en cuyo interior discurre la bajante de pluviales de cubierta. El resultado es simple y sencillo, de una gran plasticidad, y con espesores de hormigón de 6 cm en la punta de los voladizos de las láminas de hormigón, a diferencia de otras soluciones más masivas o rígidas que se inclinan por la masa.
Tras muchos años de deterioro y abandono, en los que el edificio sufre multitud de adherencias e intervenciones desafortunadas que dañan gravemente la imagen de una obra tan singular, se procede a convocar un concurso para la recuperación y rehabilitación del Hipódromo que gana el arquitecto Jerónimo Junquera en 2004.
La principal pretensión de Junquera es recuperar las ideas originales del proyecto de Arniches, Domínguez y Torroja, restableciendo la imagen del edificio, eliminando las alteraciones que lo desnaturalizaban, reconduciendo aspectos funcionales, independizando los recorridos de espectadores y caballos sin restar protagonismo a ninguno de ellos. El objetivo, además, es el de asegurar la rentabilidad de la instalación en el siglo XXI, para lo cual se atienden nuevos requerimientos funcionales, con nuevas edificaciones, recuperación de patios y arbolado. Se procede a intervenir en las marquesinas y tribunas saneando grietas y fisuras y mejorando el comportamiento estructural, permitiendo movimientos libres que no influyan entre elementos constructivos. Todo ello utilizando la limitada paleta de materiales que manejaba originalmente el Hipódromo, para así mantener el espíritu original de la edificación.
El resultado se puede apreciar en las espléndidas imágenes que acompañan este artículo, captadas por la fotógrafa y arquitecta Ana Amado, en un blanco y negro lleno de matices que acerca el Hipódromo actual a aquel de las viejas fotografías de época, en un salto en el tiempo que sirva para resituar la obra, y a sus autores, en especial a los olvidados arquitectos, en el lugar que merecen.
Bibliografía consultada
- Concurso de proyectos del Hipódromo de Madrid. Hormigón y Acero, nº 7 (1934)
- Estructura de las tribunas del nuevo hipódromo de Madrid. Revista de Obras Públicas, nº 2714 (1941)
- El Hipódromo de la Zarzuela. Revista Nacional de Arquitectura, nº 81 (1948)
- Hipódromo de la Zarzuela. Informes de la Construcción, nº 137 (1962). Instituto Eduardo Torroja
- Hipódromo de la Zarzuela. Arquitectura, nº 64 (1964)
- El Hipódromo de la Zarzuela. Julián Peña. Arquitectura, nº 88 (1966)
- Eduardo Torroja. Desde la arquitectura. Juan Daniel Fullaondo. Nueva Forma, nº 23 (1967)
- Monografía sobre Eduardo Torroja. Nueva Forma, nº 32 (1968)
- Hipódromo de la Zarzuela. Nueva Forma, nº 64 (1971)
- Sobre Martín Domínguez. Juan Daniel Fullaondo. Nueva Forma, nº 64 (1971)
- Restauración y Rehabilitación del recinto de carreras del Hipódromo de la Zarzuela. Jerónimo Junquera. Palimpsesto, nº 10 (2014)
- Arquitectura de Madrid. Periferia. Aravaca-Casa de Campo. Fundación COAM (2007)
Créditos
Ana Amado (Ferrol, A Coruña, España) es arquitecta, fotógrafa y artista visual. Sus proyectos personales fotográficos tratan la arquitectura como telón de fondo para abordar temas de impacto social como la crisis económica. Su obra ha sido expuesta nacional e internacionalmente. Su proyecto colectivo “Spanish Dream” ha formado parte del Pabellón español en la XV Bienal de Arquitectura de Venecia.
Andrés Patiño Eirín (A Coruña, España) es arquitecto, miembro fundador de aj arquitectos. Con interés en la construcción y en la investigación, y trabajos profesionales relacionados con la arquitectura industrial, la rehabilitación y la vivienda. Huye conscientemente de la visión del arquitecto como un especialista.